"Solamente aquél que construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado." FRIEDRICH WILHEM NIETZSCHE


viernes, 26 de febrero de 2010

Una Imagen...




A veces, ser un niño, sólo lo complica todo. En esos casos, hay que ir un poco más allá. Como mirar al horizonte. Porque, realmente, muchas muchas veces, todo es tan sencillo como querer responderse a uno mismo preguntas retóricas, de esas que ya llevan implícita la respuesta...


¿Quieres ser feliz?


PD:"...yo por ti, espero al sol y si no me quema el alba, te escribo una canción, que más da el final, que digas o que calles, ya soy tu voluntad. Me puedes atar, al pie de tu cama me puedes atar, me puedes llevar al huerto que quieras..."


Un niño (triste) cualquiera.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Haizea Zara, Haizea Bezala...

(Haizea eres, como el viento...)


(Me parece increíble que de todas las canciones que te he enviado en estos meses, sea concretamente ésta la que más te gusta. Todavía me dura la sonrisa desde que me lo has dicho y han pasado dos horas. Si es que hay cosas que no se pueden explicar...)

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Escribí estas líneas hace ya casi dos años, poco menos, qué rápido pasa el tiempo. Hoy te las vuelvo a dedicar porque me has alegrado el día con tu sonrisa, Haizea y porque sé de buena tinta que ahora que puedes, me lees. Soy consciente de que hablar a través del ordenador no es lo mismo que mirándonos directamente a los ojos, pero si a ti no te ha importado lo más mínimo, a mi tampoco. Gracias por ese momento, miniña pequeña, me has cargado las pilas de ilusión y de magia. Sabes de sobra que yo también os etxo mucho de menos. Y que os quiero con locura. Especialmente a ti, Haizea, que te lo has ganado desde el primer segundo. Benetan, lo sabes, verdad?




Llegaste a mi vida hace poco, casi casi hace nada. Te trajeron del Oriente más lejano, en busca de una vida mejor, un largo camino en busca de la oportunidad que allí se te negó, en busca de la felicidad... de la tuya y de la nuestra.

Me dejaron elegir tu nuevo nombre, Xhian, Haizea, y ahora eres como el viento. Ese viento fresco que rejuvenece los días de calor, que alivia y alegra el bochorno de la rutina, del día a día. Ese viento que un día lo cambia todo, que trae envueltas entre las hojas secas de la vida, miles de sonrisas, que arrastra, sin esfuerzo, sin quererlo, sin ni tan siquiera pensarlo o pretenderlo, la más pesada de las tristezas.

Llegaste seria, apagada y asustada. No conocías el cariño, ni la risa, ni habías sentido en tu corta vida algo tan sencillo como un beso. Nadie te había enseñado a querer, a soñar o a vivir. Nadie quiso ser tu ejemplo, tu consuelo, tu ayuda. Tan inocente, tan pequeña, tan indefensa... y sin embargo, luchadora y superviviente, Haizea, mi pequeña gran superviviente.

Sabes que has tenido suerte, no puedes decírmelo todavía pero tu cara me cuenta mucho más de lo que las palabras nunca podrían. Me cuenta que lo has pasado mal pero que acabas de entender lo que significa la esperanza. Sin haberlo vivido nunca, sin haberlo sentido o visto antes, pronto entendiste que esos ojos que te miman y te cuidan todo el día y toda la noche, sólo viven ya por y para ti. Yo me dí cuenta mucho antes; me lo dijeron esos mismos ojos la primera vez que volvieron de verte, cuando sus lágrimas y su cansancio eran el reflejo de lo que su alma gritaba al cielo; que sin ti les faltaba algo, que eras tu, mi pequeña niña, su razón para vivir, el pequeño gran detalle, de esos que tanto me gustan, que les haría ser felices para siempre. Como el final de los cuentos que ahora escuchas sonriente y ensimismada desde la cama.

Recuerdo que sólo abrazabas y besabas a esas personas tan especiales. Algo fácil de entender después de leer todo lo anterior. Y, sin embargo, viste algo en mis ojos que te atrajo, que te dio la confianza para tratarme diferente; creo que viste dentro de mi al niño triste y os entendisteis sin palabras ni gestos. La magia de los niños. Recuerdo que viniste hacia mi con ese paso inseguro, como dudando si en cualquier momento pudiera ceder el suelo bajo tus pequeños pies. Mirándome sonriente ante las caras de asombro de todos los que aquel día se habían juntado en tu nueva casa para darte la bienvenida. Me agaché para ponerme a tu altura...

Y entonces tus ojos y tu sonrisa se iluminaron, pasaste de andar a correr y te tiraste a mi cuello. Y así, con tus cuatro años, me diste uno de los mejores abrazos de mi vida, seguido de uno de los besos más sinceros y bonitos que me han dado nunca. Se me pone la carne de gallina sólo con recordarlo. Sentí al niño triste llorar dentro de mi de alegría pero intenté evitar que te dieras cuenta. Creo que lo conseguí porque sus lágrimas se convirtieron en cariño, en mi sonrisa. Me robaste el corazón en dos minutos, Haizea.

Espero que seas muy feliz para siempre, ya tengo un hada para regalarte y que vigile y cuide de tus sueños y tus pasos, siguiendo con esa costumbre que me enseñó no hace mucho otro niño a muchos kilómetros de aquí. Espero que algún día puedas leer estas líneas y te emocionen como me emocionó a mi tu abrazo, tu beso y tu manera de tratarme desde que te conocí, miniña pequeña. Seguiré siempre tras tus pasos, Haizea, como el viento...



Un niño (triste) cualquiera.

lunes, 22 de febrero de 2010

De Caprichos y Estrategias

Permitidme que no conteste a los comentarios de la entrada anterior. A ratos, el niño triste no me lo permite. Y, ya puestos a pedir, permitidme robarle unos versos a un maestro. ¿Para qué intentar convertir sentimientos y sensaciones en palabras si otros lo han hecho ya y son, seguramente, insuperables? Pues eso. Gracias por estar siempre ahí y por aguantar los caprichos de este niño. Ah, claro y... recuerdos desde el Norte, como siempre.


Un niño (triste) cualquiera.



-TÁCTICA Y ESTRATEGIA-

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos

mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible

mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos

mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos

mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
mo sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites...


MARIO BENEDETTI

domingo, 21 de febrero de 2010

Pintando Adverbios de Lugar

Decía Paulo Coelho (y tu me has repetido muchas veces) que cuando realmente quieres algo, el Universo entero conspira para ayudarte a conseguirlo. La verdad es que nunca me lo he creído del todo, a los hechos me remito; nunca he querido nada como esto y, desde el principio, el Universo entero ha conspirado para que no lo disfrutáramos, casi siempre sin conseguirlo... Y, el otro día, dándole vueltas a esta frase, una buena amiga me abrió los ojos. Porque lo que Paulo Coelho no define es el cuándo y los adverbios siempre han sido especialmente importantes. La magia de los sustantivos no depende de ellos, depende de todo lo que los rodea. Por suerte, sigo siendo un niño. Y aunque soy consciente de que es el tiempo nuestro bien más preciado, como niño, no entiendo de prisas... Ventajas de tener, toda la vida por delante.




Eres el azul agua inalcanzable
del reflejo del verano
en cualquier rincón del río...
aquí donde encontré tu imagen,
aquí donde mis ojos se pierden,
en mitad de ningún lugar,
buscando ese camino...
camino que queda por andar.

Soy el azul aire inagotable
de ese lugar lejano,
de ese punto en el horizonte...
allí donde tu y yo somos paisaje,
allí donde tus ojos buscan,
entre el cielo y el mar,
el principio del camino...
del camino de la felicidad.

Y es que...

Soy el blanco nube inalcanzable
del humo abandonado
que se escapa de mis labios...
aquí, desde siempre, quizá antes,
aquí, sentado esperándote,
deseando verte llegar
con nuestro baúl lleno de besos...
el baúl y tu sonrisa espectacular.

Eres el blanco nieve inagotable
que sacude desde temprano
mi cuerpo, mi alma, mi mundo...
allí, siempre lejos del enjambre,
allí, cerca siempre de mi playa,
donde no se permite olvidar,
donde se mezclan eternamente...
nuestros sueños con la realidad.

Y entonces seremos felices...
viendo morir el tiempo
desde aquí, desde nuestra cama;
desde donde concurren
todos los adverbios de lugar,
desde donde más brillan,
todos los blancos y los azules,
desde aquí...
donde seremos felices.



Un niño cualquiera.

PD; una de las miles de cosas que han sido fifty-fifty desde que nuestros ojos se cruzaron y de las que más hemos disfrutado, han sido nuestras trampas. De largo alcance... o a menos de aquel medio metro que nunca ha podido separarnos... A mi tampoco me han gustado nunca los noticiarios, siempre he sido más de novelas...

lunes, 15 de febrero de 2010

Hubo Un Día

Porque hay momentos y palabras, que quedan unidos para siempre a un lugar, a un paisaje. Porque hay sueños que duran una noche de verano, de otoño, de invierno... Ayer, hoy y siempre... & Nothing Else Matters.




Hubo un día, en el que alguien
vino a mi y comprendí, que era
el principio de algo único.
Hubo un día que unos ojos
me miraron
y pude verme en ellos.
Hubo un día que sentí
que realmente me querían.

Hubo un día que vi,
el verdadero sentido de la vida.
Hubo un día que sentí la alegría
de poder querer sin tiempos,
ni medidas.
Hubo un día en que no precisé
de palabras para que me entendieran.
Hubo un día en el que estuve
seguro de haber encontrado el amor.

Que suerte que ese día,
sea el día de hoy.

Que suerte que ese día,
siga siendo el día de hoy.


Un niño cualquiera.

jueves, 11 de febrero de 2010

Desde El Tejado

Hace ya tiempo que escribí estas líneas, dejando que la música de esta canción que acabo de subir, inventara mis palabras. La canción pertenece a la Banda Sonora Original de la película El Piano y no he podido dejar de escucharla desde que nos encontramos. Hace poco, una amiga de las de verdad, me la recordó, así que, como lo prometido es deuda, aquí vuelven mis líneas desde el tejado...




Empieza a dormir la ciudad… Entre el ruido de los coches de vuelta a casa, de quienes se creen felices sin ni tan siquiera saber si lo son, se puede escuchar el llanto de un piano; allí arriba, donde el silencio nunca es silencio porque se convierte en la más hermosa de las poesías.

Allí arriba, una habitación tristemente vacía, tristemente abandonada, iluminada tan sólo por una pequeña y frágil lámpara de cristal. El mismo cristal de los ojos que vuelven a mi mente entre el sabor a humo y el calor del tequila… Ese mismo cristal…

La puerta cerrada no deja escapar los restos de tu recuerdo, ni las cenizas apagadas de nuestra pasión amontonadas en un rincón. No quedan salidas, no se puede ser más rápido que el olvido, especialmente, con el dolor como compañero de viaje.

Y en una esquina, la ventana abierta de par en par, ofreciendo a gritos la solución del cobarde para todos mis males para todo mi sufrimiento, deja entrar y sentir la poca luz que le queda al día para morir. La misma luz de esos ojos que recuerda mi alma entre la imagen y el olor de tu cuerpo que me llega desde las sábanas. Esa misma luz…

Pero, sin embargo, sigo aquí. Aunque, realmente, sobre nuestra cama sólo queda mi cuerpo inerte porque mi imaginación, tan osada como inconsciente, ha desafiado a la noche, al miedo a la oscuridad, haciendo lo que mi triste y humano cuerpo no ha sabido o no ha querido hacer; destrozar esa puerta… saltar por esa ventana…

Y me convierto en la brisa que acaricia estrellas y edificios, esa que roba los sueños de aquellos que se atreven a pedirle algo más que consejo a la luna. A veces, sólo a veces, para devolvérselos convertidos en realidad.

Y me convierto en la nube que se deja arrastrar por el viento, esa que intenta sin lograrlo acercarse al corazón de la luna, tocarla, besarla, vivirla. Disfrutando de cómo cambia la ciudad desde el cielo, disfrutando de lo insignificantes que somos allí abajo, lejos, perdidos entre nuestros insignificantes problemas.

Y me convierto en una de esas notas que cruzan, de casa a casa, de persona a persona, de oído a oído esta misma ciudad. Robando sonrisas, provocando lágrimas… Disfrutando de la humanidad del hombre; esa que está en peligro de extinción, esa que hay que pararse a admirar cuando se encuentra, porque normalmente la perdemos o se nos queda olvidada en algún armario, en algun trastero hasta cubrirse de polvo.

Y cuando vuelvo a abrir los ojos, vuelvo a ser consciente de que sólo me queda de humano el recuerdo de otra vida. La alegría del día que descubrí que el hombre y su mundo merecían la pena, la tristeza de la noche que me defraudó para siempre y renuncié a seguir su camino. Y hoy, casi soy feliz, observando las idas y venidas de ese mundo subido en cualquier tejado, compartiendo todas vuestras historias con la luna y pidiéndole que me devuelva tus ojos, tu olor, tu luz… todas las noches, de aquí a la eternidad, de aquí a que se acaben mis siete vidas…


Un niño cualquiera.

martes, 9 de febrero de 2010

Despertar Con El Niño Triste




Lo reconozco, hacía tiempo que no lloraba. Con o sin motivos, al final eso siempre es lo de menos, sobre todo con mi mala memoria. De hecho, algunos de los últimos acontecimientos especialmente tristes que me ha tocado vivir; acontecimientos de esos que de verdad te remueven algo dentro, que no consigues transformar en palabras porque un nudo en la garganta lo impide, tampoco lo habían conseguido. La marcha definitiva de mi princesa oriental al otro lado del charco, con sus padres, dos de mis mejores amigos (qué bonito cuando es la palabra amigos la que no alcanza para explicar una relación...), fue uno de esos puntos que marcan un antes y un después, aunque realmente ni tan siquiera seamos conscientes de ello. Otros problemas, también fuera de mi propio control, con la impotencia que eso supone, han ayudado lo suyo; relaciones que nos afectan aunque no seamos los protagonistas, pensamientos de la gente a la que realmente queremos (igual, incluso, más de lo que hemos querido nunca), comportamientos de otros que no conseguimos entender... Todo se va amontonando, hasta que en un momento dado, cada uno se libera como puede o como sabe, que no siempre tienen porque ser sinónimos.

Y es que el otro día, me desperté con un nudo que saturaba mi corazón y mi razón a partes iguales. Quizá, más que probablemente, no había ningún motivo. O eran muchos motivos. No me importa tampoco. Simplemente me apetecía llorar. Si pudiéramos entender algo así... seguiríamos siendo niños siempre. Por eso no le he buscado explicación. Por eso y porque no la necesita. Los niños tenemos estas cosas...

Y puedo escribir, que esos gestos, libres de la preocupación del querer entender y saber más, son lo más hermoso que podemos compartir. Me viene a la cabeza otra noche, al otro lado de la ría y aquellas lágrimas que nos unieron para siempre, o por el momento, como más os guste. Prefiero compartir miles de sonrisas, miles de miradas, pero igual, en el momento y con los ojos apropiados, nada significa más que compartir una tristeza de éstas que no necesita explicaciones.

Así que no te preocupes si, cualquier mañana, se despierta a tu lado el niño triste. Sigue siempre mis pasos y siempre lo hará, porque nuestros destinos quedaron unidos hace ya mucho tiempo. Que sepas, que no se te olvide nunca, que sus lágrimas no son como las nuestras, y que desaparecen entre los brazos, en el reflejo de los ojos... de la niña que llevas dentro. And Nothing Else Matters.


Un niño cualquiera.

domingo, 7 de febrero de 2010

Versos Náufragos



Quisiera escribirte rayándome el aire
para obtener de tus pulmones la receta
a esta disolución,
y mandar estos versos de agua
sin peligro de inundación.

Los rayos de sol escanean las dilataciones
que proponen cada uno de mis poros
cuando me miras y me hago más grande;
tan grande como tus preguntas
y mis respuestas lo permitan,
tanto como nuestros pensamientos admitan.

Cada piedra d’esta cala exfolia mis ideas
y me descubre alerta.
La sirena la pones tú cuando anuncias
tus intenciones entre adivinanzas;
y te presentas con la fuerza de la roca
y del mar con su templanza.

Lo próximo es saber qué es cada uno:
Si te presentas mar,
capitaneando la olas que tan frágiles
se rompen en las rocas
y se vuelven infinitas esparcidas a todas horas.
Estado líquido que tanto añoras…

O por el contrario,
si eliges un estado más sólido,
de roca, piénsate destino,
porque entonces seré yo la ola que choque contigo,
rompiéndote y naufragando en tus latidos.



Alguna niña, que no cualquiera.

viernes, 5 de febrero de 2010

Versos Canallas

Olvidé el alma y la cartera en el burdel,
donde la realidad engañó a la fantasía,
y acabaron mis sueños durmiendo en el cuartel,
porque la luna me vendió a la policía.

Desperté sonriente al borde del estrado,
que no hay prisión para la magia verdadera,
que no encontraré nunca mejor abogado,
que el que guardo en el cajón o en la chistera.

Quisieron condenarme a morir encarcelado,
pero construí con mis versos una escalera
y corrí entre el humo verde por el tejado
hasta más allá de donde mueren las aceras.

Cansado del rojo pasión de la carne sin mantel,
de salir de caza con la noche y la utopía,
me hice al mar en mi gastado barco de papel,
buscando la silueta de tu cuerpo en la lejanía...

Y, frente a tu costa, ahora vivo en la locura,
feliz, borracho y libre, esperando que tu mar
me deje, en un descuido, disfrutar tu reflejo.

Y, desde tu playa, a veces sueño sin censura,
con reencontrarte en la puerta de cualquier bar,
con hacerme un hueco en el fondo de tu espejo.

Y, frente a tu cuerpo, a veces vivo sin pensar,
que siempre seré un niño, nunca un pobre viejo,
mientras sean tus ojos mi mayor fortuna.

Y, desde tu puerto, ahora sueño otro lugar,
donde duerme el sol, quizás mucho más lejos,
donde podamos dar esquinazo a la luna.


Un niño cualquiera.

jueves, 4 de febrero de 2010

Una Imagen...



Lo bueno de las pesadillas, lo malo de los sueños, es que son, precisamente eso, sólo sueños... o no?


PD: "Dust in the wind, all we are is dust in the wind"


Un niño cualquiera.

martes, 2 de febrero de 2010

Una Historia Impactante

Siempre me ha llamado la atención esta historia. Siempre me ha puesto los pelos de punta. Porque es la metáfora más real que podría escribirse sobre nuestro mundo; la mejor manera de que cualquiera, por muy niño que sea, pueda entenderlo. Fue, en su momento, la primera entrada que subí en mi primer blog hoy hace ya más de tres años. Y sigue estando de actualidad. Maldita actualidad...


El planeta Tierra empezó a existir hace 460.000 millones de años. Si condensamos este inconcebible espacio de tiempo algo más comprensible, podemos comparar la Tierra con una persona de 46 años.

Nada se sabe de los 7 primeros años de la vida de esa persona y sólo disponemos de información muy dispersa de su edad media. Sabemos que a los 42 años empezó a florecer.

Los dinosaurios y los grandes reptiles no aparecieron hasta hace un año, cuando la persona contaba con 45 años. Los mamíferos llegaron sólo hace 8 meses y hacia la mitad de la semana pasada, simios semejantes a hombres evolucionaron hacia hombres semejantes a simios. Durante el último fin de semana la última glaciación envolvió la Tierra.

El hombre moderno existe desde hace 4 horas. Durante la última hora ha descubierto la agricultura. La revolución industrial empezó hace escasamente 1 minuto. Durante esos 60 segundos biológicos, el hombre ha hecho un basurero de un paraíso.

Se ha multiplicado hasta proporciones de plaga, ha causado la desaparición de 500 especies, saquea el planeta en busca de combustibles... Y ahora se encuentra, como un bruto, recreándose de su rápida escalada por alcanzar el dominio; al borde de una guerra que acabe con todas las guerras y destruir así, eficazmente, este oasis de vida en el sistema solar.

Green Peace & Un niño cualquiera.

lunes, 1 de febrero de 2010

Hay Días...



Hay días que deberían borrarse del calendario, días que, como suele decirse, uno no tendría que levantarse de la cama, días, en definitiva, que no deberían existir; porque nadie debería pensar en ellos, o, simplemente, porque no lo merecen. Aun así, uno como niño que es, los lleva como puede. A veces mejor, a veces peor, pero siempre intentando aplicar aquella frase que robé para hacerla mía (todavía recuerdo la película, aunque parezca increible) y que he dicho tantas y tantas veces. Y es que, aunque parezca obvio... nunca llueve eternamente. La verdad, aquí en mi Norte, esta frase pierde buena parte de su sentido, de su ser y hasta puede llegar a sonar cómica. Normal en el país de la lluvia. Pero a mi me encanta la lluvia...

Total, que en busca de un poco de tranquilidad, ayer volví a mi playa un rato; a ese rincón única y exclusivamente mío, bajo el diluvio universal, frente a un Cantábrico que rugía furioso, como queriendo desahogar mis pensamientos. Magnífico y mágico instante. Magnífica y mágica sensación. Siempre me ha sorprendido como me calma el que siempre ha sido y siempre será mi mar, como me relaja, como devuelve la cordura y el sentido a mi cabeza, como consigue que vuelva a ser yo, pase lo que pase. Por un segundo me pareció volver a ver, sentado a mi lado, al mismísimo niño triste. Incluso me pareció que sonreía. Quizá sólo fue un espejismo, quizá mi propio reflejo en los charcos del suelo. Es lo de menos. Lo importante es que sonreía. Y con él... yo también. Como siempre. Y eso que sigue lloviendo, o, precisamente, porque sigue lloviendo. Nunca he tenido muy claras estas cosas...


Un niño cualquiera.