"Solamente aquél que construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado." FRIEDRICH WILHEM NIETZSCHE


miércoles, 24 de febrero de 2010

Haizea Zara, Haizea Bezala...

(Haizea eres, como el viento...)


(Me parece increíble que de todas las canciones que te he enviado en estos meses, sea concretamente ésta la que más te gusta. Todavía me dura la sonrisa desde que me lo has dicho y han pasado dos horas. Si es que hay cosas que no se pueden explicar...)

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Escribí estas líneas hace ya casi dos años, poco menos, qué rápido pasa el tiempo. Hoy te las vuelvo a dedicar porque me has alegrado el día con tu sonrisa, Haizea y porque sé de buena tinta que ahora que puedes, me lees. Soy consciente de que hablar a través del ordenador no es lo mismo que mirándonos directamente a los ojos, pero si a ti no te ha importado lo más mínimo, a mi tampoco. Gracias por ese momento, miniña pequeña, me has cargado las pilas de ilusión y de magia. Sabes de sobra que yo también os etxo mucho de menos. Y que os quiero con locura. Especialmente a ti, Haizea, que te lo has ganado desde el primer segundo. Benetan, lo sabes, verdad?




Llegaste a mi vida hace poco, casi casi hace nada. Te trajeron del Oriente más lejano, en busca de una vida mejor, un largo camino en busca de la oportunidad que allí se te negó, en busca de la felicidad... de la tuya y de la nuestra.

Me dejaron elegir tu nuevo nombre, Xhian, Haizea, y ahora eres como el viento. Ese viento fresco que rejuvenece los días de calor, que alivia y alegra el bochorno de la rutina, del día a día. Ese viento que un día lo cambia todo, que trae envueltas entre las hojas secas de la vida, miles de sonrisas, que arrastra, sin esfuerzo, sin quererlo, sin ni tan siquiera pensarlo o pretenderlo, la más pesada de las tristezas.

Llegaste seria, apagada y asustada. No conocías el cariño, ni la risa, ni habías sentido en tu corta vida algo tan sencillo como un beso. Nadie te había enseñado a querer, a soñar o a vivir. Nadie quiso ser tu ejemplo, tu consuelo, tu ayuda. Tan inocente, tan pequeña, tan indefensa... y sin embargo, luchadora y superviviente, Haizea, mi pequeña gran superviviente.

Sabes que has tenido suerte, no puedes decírmelo todavía pero tu cara me cuenta mucho más de lo que las palabras nunca podrían. Me cuenta que lo has pasado mal pero que acabas de entender lo que significa la esperanza. Sin haberlo vivido nunca, sin haberlo sentido o visto antes, pronto entendiste que esos ojos que te miman y te cuidan todo el día y toda la noche, sólo viven ya por y para ti. Yo me dí cuenta mucho antes; me lo dijeron esos mismos ojos la primera vez que volvieron de verte, cuando sus lágrimas y su cansancio eran el reflejo de lo que su alma gritaba al cielo; que sin ti les faltaba algo, que eras tu, mi pequeña niña, su razón para vivir, el pequeño gran detalle, de esos que tanto me gustan, que les haría ser felices para siempre. Como el final de los cuentos que ahora escuchas sonriente y ensimismada desde la cama.

Recuerdo que sólo abrazabas y besabas a esas personas tan especiales. Algo fácil de entender después de leer todo lo anterior. Y, sin embargo, viste algo en mis ojos que te atrajo, que te dio la confianza para tratarme diferente; creo que viste dentro de mi al niño triste y os entendisteis sin palabras ni gestos. La magia de los niños. Recuerdo que viniste hacia mi con ese paso inseguro, como dudando si en cualquier momento pudiera ceder el suelo bajo tus pequeños pies. Mirándome sonriente ante las caras de asombro de todos los que aquel día se habían juntado en tu nueva casa para darte la bienvenida. Me agaché para ponerme a tu altura...

Y entonces tus ojos y tu sonrisa se iluminaron, pasaste de andar a correr y te tiraste a mi cuello. Y así, con tus cuatro años, me diste uno de los mejores abrazos de mi vida, seguido de uno de los besos más sinceros y bonitos que me han dado nunca. Se me pone la carne de gallina sólo con recordarlo. Sentí al niño triste llorar dentro de mi de alegría pero intenté evitar que te dieras cuenta. Creo que lo conseguí porque sus lágrimas se convirtieron en cariño, en mi sonrisa. Me robaste el corazón en dos minutos, Haizea.

Espero que seas muy feliz para siempre, ya tengo un hada para regalarte y que vigile y cuide de tus sueños y tus pasos, siguiendo con esa costumbre que me enseñó no hace mucho otro niño a muchos kilómetros de aquí. Espero que algún día puedas leer estas líneas y te emocionen como me emocionó a mi tu abrazo, tu beso y tu manera de tratarme desde que te conocí, miniña pequeña. Seguiré siempre tras tus pasos, Haizea, como el viento...



Un niño (triste) cualquiera.

4 comentarios:

  1. Aisss la pequeña Haizea le tiene el corazontito robado al niño triste. Yo tengo ganas de conocerla de verdad sólo con lo que cuentas y cómo lo cuentas.

    La canción es muy bonita por cierto.

    Cuidate y espero que ese niño triste esté algo menos triste después que el Viento te trajese sus palabras. Muxus petardo

    PD. Me has recordado con esta entrada que te pedí cierta foto jajaja

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  2. Recuerdo perfectamente la entrada de entonces.
    No sabes lo que me alegra volver a saber de ella.
    Claro que seguirás sus pasos, si te robó el corazón:)

    Un beso grande.

    PD: Sabes que no me gusta que el niño triste esté triste, te lo decía entonces y te lo seguiré diciendo siempre. ¿Una sonrisa? ¡Gracias!

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  3. Que entrada tan dulce y maravillosa!
    Besitos conmovidos

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  4. que bonito Niño,
    una niña con amor, con gran corazon como tu
    seguro...

    un besazo de Cora

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